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La Comunidad como centro de la Atención Primaria: La historia de Bangladesh

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«La desdicha es grande pero el hombre es aún más grande que la desdicha.»                                                      Rabindranath Tagore, poeta bengladesí

j{jklkjkj{k{jEl concierto para Bangladesh en el Madison Square Garden, New York

En 1970, el mundo occidental recibía una noticia nefasta, terrible: Los Beatles se separaban definitivamente. Mientras el público europeo y estadounidense, aún incrédulo, trataba de recuperarse de tamaña catástrofe, en noviembre de ese mismo año otro evento también hacía impacto: El ciclón tropical más devastador de la historia de la humanidad dejaba medio millón de muertos en la bahía de Bengala.

Llegando a velocidades de 250 km/h, el desastre de Bhola había destruido regiones enteras, siendo la mayoría de las víctimas niños pequeños que no pudieron refugiarse a tiempo de la marejada. Las historias fueron documentadas por corresponsales de guerra que no daban crédito a sus ojos.

Además del horror, este desastre no pudo haber sido más inoportuno.

La creciente identidad de Pakistán Oriental, actual Bangladesh, es considerada una de las causas principales de la indiferencia del gobierno central de Pakistán Occidental. Este intencional abandono encendió aún más el sentimiento independentista ocasionando meses después la Guerra de Liberación de Bangladesh. Tras otros treinta mil muertos, lo peor estaba por venir. El conflicto militar y la violenta separación dio lugar al genocidio bengalí de 1971 perpetrado por fuerzas pakistaníes que incluyó violaciones sistemáticas y asesinatos dirigidos a científicos e intelectuales. El producto de esta locura fue otro medio millón de muertes en lo que fue el primer genocidio desde la demencia nazi.

El mundo desarrollado callaba y miraba para otro lado, con la valiente excepción de Archer Blood, cónsul general de Estados Unidos en Bangladesh, quien enviaba el siguiente mensaje a Washington el 6 de abril de 1971:

“Nuestro Gobierno no ha denunciado las atrocidades… Nuestro Gobierno ha dado muestras de lo que muchos juzgarán una bancarrota moral.“

Así, en este parto sangriento, nacía Bangladesh, la joven nación que Henry Kissinger llamó “un caso perdido ahora y siempre”.

 

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El Telegrama Blood

Fazle Hasan Abed fue testigo de la catástrofe del ciclón de Bhola y durante la guerra de 1971 tuvo que dejar Bangladesh. Al concluir las acciones armadas, decidió regresar del Reino Unido y en vez de continuar con su cómodo puesto en finanzas en la petrolera Shell, decidió desarrollar un plan de recuperación para el destruido país. Con dinero obtenido de donadores europeos fundó BRAC (Comité de Asistencia y Rehabilitación de Bangladesh) en el distrito de Sunamganj con el objetivo de permitir el regreso de refugiados de la guerra. El montar albergues apareció como la estrategia directa y aparentemente adecuada, sin embargo, era claro para los organizadores que el levantar edificios no significaba construir comunidades.

El desarrollo debía provenir de los propios pobladores para ser duradero y efectivo. Siguiendo esta filosofía, los integrantes de las comunidades fueron los encargados de su propio avance, no solamente construyendo la infraestructura, sino integrando industrias pequeñas como la pesca para su propio sustento. La estrategia fue un éxito rotundo y era evidente que se podía ser más ambicioso. En 1977, BRAC dejaba la retórica y ponía manos a la obra en salud. Inspirándose en los médicos descalzos chinos, de forma revolucionaria adaptó la estrategia para basarse en el voluntariado comunitario femenino. El programa Shasthya Shebika de trabajadores de salud tenía el rostro de una bangladesí que tenía a su cargo la promoción de salud y tratamiento de enfermedades comunes así como la función de nexo con el sistema de salud gubernamental en caso de ser requerido. En un proceso de aprendizaje y evaluación continua estricta, el programa Shasthya Shebika demostró su valiosísimo aporte a la salud de las comunidades. Iniciándose en el tratamiento de enfermedades diarreicas en el niño, su función se fue extendiendo incluyendo control de natalidad, registro de indicadores sanitarios entre otros, en el marco de prevención de salud. Su mayor importancia consistía en ser la voz directa de las necesidades de las aldeas y a la vez, su principal actor en el desarrollo.

Los resultados hicieron que de unas cuantas decenas de voluntarias sean en el presente más de 100 mil Shasthya Shebikas que hacen 18 millones de visitas domiciliarias por mes, dando servicio a 100 millones de personas en Bangladesh. Los números en sí son una proeza de salud pública, pero son sus éxitos los que aún más impresionan. En índices cruciales como compleción de tratamiento para tuberculosis, las aldeas con el programa Shasthya Shebika tienen los niveles de éxito más altos del mundo, disminuyendo la prevalencia de tuberculosis a la mitad en comparación a aquellos lugares sin esta intervención. En los años 90 los lugares en donde BRAC estaba presente eran los únicos que tenían cobertura universal de inmunización, además de tener la tasa más alta de utilización de terapia de hidratación oral del mundo en caso de enfermedades diarreicas. Bangladesh fue uno de los pocos países del mundo subdesarrollado que no sólo cumplió la meta de reducción de mortalidad infantil trazada para el 2015 por los objetivos del milenio de la Organización Mundial de la Salud, sino que lo hizo cinco años antes.

.-.,-.,-.Shasthya Shebika en una visita comunitaria

BRAC es actualmente la organización no gubernamental más grande del mundo, ocupando los primeros puestos en transparencia y efectividad. Sus intervenciones comunitarias han mostrado en Bangladesh reducción en la pobreza mayor a otras intervenciones gubernamentales. Un indicador a veces ignorado, pero que expresa puntualmente la ventaja del enfoque comunitario, es que las intervenciones BRAC han aumentado el desempeño escolar en niños y niñas. En estas últimas, esta estrategia ha permitido que ya desde 1995 tengan el doble de oportunidades de continuar su educación en comparación a aquellos lugares con intervenciones estándar. El modelo ha sido exportado a Afganistán, Sri Lanka, Pakistán, Filipinas, Nepal, Myanmar, Uganda, Tanzania, Sudan, Liberia, Sierra Leona y Haití con diferentes resultados, algunos de ellos nada alentadores. Conscientes de que el proceso de aprendizaje es largo, no existe desazón ante el fracaso, sino la sensación de que el trabajo continuo tiene un objetivo alcanzable.

La declaración de Alma Ata fue acusada de utópica y fútil, marcando ominosamente su nacimiento. Por otra parte, el Concierto por Bangladesh organizado George Harrison en 1971 ante las atrocidades de la guerra y los desastres naturales fue recibido con optimismo y atención mediática. Se reunieron parte de los Beatles, junto a Bob Dylan y Eric Clapton, en un tiempo en que la música no era un instrumento masivo de consumo, sino una manifestación contracultural. La recaudación se donó a las Naciones Unidas y en medio de críticas, el evento pasó a ser una muestra más de buena intención sin lograr un cambio verdadero.

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Niños en una escuela en Bangladesh

La estrategia comunitaria de BRAC nos muestra que hay historias de éxito en las que se puede basar el verdadero retorno a la comunidad que proponía Alma Ata. Nos dice también que los planes deben basarse en la situación particular de la población, pero que el empoderamiento de la comunidad es una herramienta crucial. Sin negar las falencias de BRAC (muy selectivo para cumplir los ideales de Alma Ata) es un punto de partida para la atención de salud comprensiva tan ansiada y necesitada. Si deseamos el verdadero retorno al alma de la Atención Primaria, el desafío es no permitir que la comunidad sea ignorada por el clientelismo asistencial médico o gubernamental. Es necesario recordar a Carl Taylor, uno de los artífices detrás de la Declaración de Alma Ata, que mencionó lo siguiente:

«No hay soluciones universales, pero sí un proceso universal de encontrar las soluciones»

2 respuestas a “La Comunidad como centro de la Atención Primaria: La historia de Bangladesh

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